Un día en el Registro

salvoconducto-postitHoy he intentado madrugar para ir al Registro Mercantil de Madrid para presentar los libros de Acilia. Ha costado, ya que levantarse para cualquier trámite burocrático no es que sea muy motivador, pero había que hacerlo.

Mi asesor fiscal, que con buena fe me dijo “es el único trámite que prefiero que hagas en persona, que el Registro es un poco caos”, sabía de lo que hablaba.

A las 8:40 ya había una nutrida cola de pringaos como yo en la calle a jugar al rol del trámite burócrático. Como no tienes otra cosa que hacer, te fijas en los detalles. Un segurata de una contrata de Prosegur o similar, con perilla, camisa abierta prácticamente hasta el ombligo, fumando con paso despreocupado y campechano nos decía a lo Torrente cómo alinearnos en la cola.

Afortunadamente la cola avanzaba a buen ritmo y tras recorrer algunos pasillos, donde carpetas de documentos se amontonan desordenadas (me tenia que haber llevado alguna, fijo que algo del Gürtel anda por allí), se llega a una segunda cola, donde otro segurata nos contenía. Al otro lado, como 60 mesas apretujadas sin orden, más bien pupitres, aguardaban para atendernos. Había otros personajes dispersados en la sala, que permanecían de pie que indicaban a gritos si alguno de los pupitres quedaba libre. “Aquí uno!” “Aqui dos!!”  – Ese es su trabajo. Podría decirse que la escena es parecida a lo que se forma enfrente del puesto de carnicería del mercado, salvo por el detalle de que en el mercado existen máquinas de dar turno.

Total, que al grito de “Mándame uno!!”, me aproximo al “puesto” donde iba a ser atendido, y allí indico mi propósito. “Vengo a presentar los libros”. El chaval que atendía miró los papeles y rápidamente se percató: “No has hecho El Ingreso” – “¿Qué ingreso!!?”. Debí poner una cara de bastante mala leche, ya que en 3 segundos, como en el anuncio de micromachines, me indicó que “TenienesqueiraunBarclaysoBBVAahaceruningresonosinantespasarporVentadeImpresos

ycomprarunoatalefecto”. Inmediatamente después sacó un Post-it con su nombre escrito a boli, le plantó un sello del Registro y me susurró: “Úsalo para evitarlas colas”. Vamos, como si fuera el Anillo Único o el salvoconducto del Coronel Patato.

Hice el ingreso, 27,93 euros. Totalmente justificado: hay que pagar a los indicadores de  pupitres libres. Volví al Registro: El salvoconducto impresionó al segurata de la camisa hasta el ombligo que me dejó pasar sin decir una palabra. Finalmente: Prueba Superada!

Supongo que mantienen esta metodología como una especie de reliquia prehistórica, de forma que se conserve para futuras generaciones cómo se hacían las cosas antaño. El proceso no ha acabado aquí, todo el follón era para que me dieran una fecha para volver y presentar los Libros de Cuentas de verdad. Por qué? No lo sé, pero es la primera vez que tengo ganas de volver a pasar un trámite de este tipo y observar el tinglao casi como el que ve un documental de La 2.

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