La crisis y el río revuelto

Ha faltado tiempo para que en este momento de estancamiento económico salgan los reproches, las acusaciones y el inculpamiento de uno y otro lado. Pero me ha parecido más interesante el pequeño atisbo de debate ideológico entre estos dos lados. Aparentemente esos lados son el socialismo y el liberalismo. Es decir, economía planificada o libre mercado.

Para empezar, realmente no hay representantes de estos bandos actualmente. Felipe González salió hace poco en El País defendiendo que el libre mercado no sirve, que hace falta otra cosa, etc… pero realmente él no cree en una economía totalmente planificada. Mariano Rajoy y sobretodo Esperanza Aguirre enarbolan el liberalismo, mientras hacen campaña de que vamos a tener una sanidad pública excelente y unos servicios públicos mejores, etc…

El liberalismo actúa como un sistema de información preciso, donde los agentes económicos son cualquiera que tenga iniciativa y recursos, por lo que los observadores de la economía son los emprendedores, que realmente es toda persona que quiera o pueda emprender y aprovecharse de esa necesidad que surge y que puede que sólo haya visto él. Pero es individualista de por sí y se olvida de los demás, de los que no tienen recursos, de los que han fracasado, de lo común. Actuar de esta forma nos convertiría en solitarios e independientes leopardos.

El socialismo más extremo implica que es el estado quien hace de observador, de forma que puede asignar los recursos de forma equitativa, provee los servicios necesarios para todos y planifica la cobertura de las necesidades económicas. Pero no lo puede ver todo, y por lo tanto no llega a todos los sitios donde hay que invertir para desarrollar la economía en esos sectores. Ahí surge el mercado negro, extremadamente desarrollado en economías planificadas. Organizarnos de este modo nos convertiría en sumisas hormigas.

Pero somos primates. Actuamos en comunidad para algunas cosas y somos individualistas para otras. Elegimos líderes desde hace mucho tiempo, y no nos gusta hacer de leopardos, porque no funciona, ni de hormigas, porque tampoco funciona. Está en nuestro ADN.

Por lo tanto el debate de extremos es estéril. Señores, céntrense. Tenemos en Europa un sistema que nos cubre las necesidades de educación, sanidad, paro y jubilación de forma razonable. Además los agentes económicos son libres de operar y cada vez, gracias a que nuestra riqueza crece, tenemos más capacidad de emprender individualmente y por lo tanto de participar en una economía de libre mercado.

Mantengámoslo y potenciemos ambas partes. Ese debe ser el debate.

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